4.1 EQUILIBRIO

En términos genéricos, al guatemalteco no le calzan muy bien los extremos. Siempre que desea jugar a extremista, a figurante, le va mal, termina en caricatura, aunque no se dé cuenta.

La primera estructura moral que vamos de esa cuenta a inspeccionar se llama “equilibrio”, se llama “ecuanimidad”. En efecto, vivimos en un hervidero, en una torrentera de trastornos: financieros, ecológicos, etc. Es hora de volver al propio centro. De allí podremos absorber el flujo de nuestras diversísimas actitudes y realidades culturales sin dar la espalda a ninguna o sobredimensionar a cualquiera.

Véase el propio país como un pabellón psiquiátrico en donde los locos van dando tumbos neuróticos contra las paredes tercermundistas, y se abren unos a otros la cabeza con inauditos objetos contundentes, y los enfermeros también son parte de eso. Todos hemos perdido por completo el sano juicio. Para mientras, sobrellevamos la farsa de que somos los propietarios únicos y plenipotenciarios de la cordura y la armonía social. Sindicamos al resto de paranoicos y perturbados, pero nosotros mismos estamos más chalados que el Pelele. 

No vamos a recuperar la estabilidad hasta que aceptemos nuestra locura. Cuando me estaba tratando la adicción a las drogas, me dijeron que yo estaba loco y me dieron una definición muy simple de locura: falta de mesura.

Podemos decir asimismo que locura es darle un énfasis desproporcionado a una perspectiva sobre otras. Ecuanimidad, por su parte, quiere decir atender y respetar –sin privilegios arbitrarios– todos los puntos de vista de la situación colectiva. El modelo es integral, y es justo. Porque, después de todo, de justicia estamos hablando. La balanza no deberá inclinarse en especial para un lado ni para el otro: se inclinará para el lado que ofrezca más equilibrio en cada momento dado. Se entiende por demás que el medio de una situación no siempre es el medio.

Flexibilidad y dinamismo son muy importantes. El funámbulo nunca está quieto. Si deja de aplicar movimiento –por muy sutil que sea– cae. En ese sentido, no hay nada más vivo, y excitante, que la sobriedad. Un sistema fuera de balance está condenado a la desertización y la rigidez. Y la rigidez, como se sabe, es el maquillaje de la muerte. 

Otra cosa: equilibrio no significa medianía, mediocridad, apática neutralidad. Curiosamente, el equilibrio nos da la capacidad de meternos a las situaciones más increíbles, tumultuosas y desproporcionadas, y salir intactos, sin derrapar.

El equilibrio nos da, paradójicamente, el poder de la desmesura.
Creative Commons License
Gt by Maurice Echeverría is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.