4.6 SENSIBILIDAD

Antes dije que tenemos una propiedad afable, amistosa, compañera. Me permito agregar que menos mal: de otra manera ya habríamos sido devorados por completo por la indiferencia, la rigidez, la aspereza, la crítica, la violencia parasitaria.

Aquí hablaré del valor relacional y suavizante de la sensibilidad, vinculado a otros valores como la humanidad, la deferencia, la empatía, la vestal delicadeza o la ternura. Sin educación no hay sensibilidad: la educación e información producen sensibilidad.

Es nuestra sensibilidad la que nos permite estar en conexión –abiertos y receptivos– con el entorno, no solo desde el punto de vista sensorial, sino además afectivo y cultural. Y desde luego sensibilidad también quiere decir imaginación. Consideremos que una sensibilidad plena siempre toma en cuenta la persona como la comunidad.

La sensibilidad social ha sido, en nuestro país, y en gran medida, patrimonio de la izquierda. Estamos hablando en corto de la solidaridad (que es femenina y horizontal) y los derechos humanos. Otro gran aporte de la izquierda nacional ha sido el de la sensibilidad en términos creativos. Así, por ejemplo, muchos de nuestros mejores escritores han sido –abierta o matizadamente– de izquierda. Si no fuera por esa esencial sensibilidad de izquierda, nuestra literatura y seguramente nuestro proyecto intelectual todo estarían en bancarrota.

Pero la derecha también tiene su propia sensibilidad, a veces; estamos hablando del respeto, por el individuo y estamental, una forma de sensibilidad quizá más vertical y masculina. Ese respeto se traduce políticamente como estado de derecho, que a mi modo de verlo es una agenda muy importante, a condición que no lleve una agenda escondida.

La sensibilidad es importante, pero a veces se manifiesta como debilidad en el tóxico sentido de la expresión. A veces somos demasiado blandos: no tomamos las riendas de nuestro destino histórico. A menudo pecamos de hipersensibilidad (por ejemplo, la hipersensibilidad septembrina, nacionalista) y pronto caemos en el folletón victimista. Tanta sensiblería y tanto drama no nos llevarán a ningún lado.
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