4.5 CREATIVIDAD

En otras secciones, hablamos del compatriota esperpéntico, irreverente, lúdico, pícaro, riente, energético, relajado, no morigerado, desacralizador, recursivo y juglar. Estamos hablando de lo chispudo en contraposición a lo aguambado. 

El ingenio es a no dudarlo un valor de los nuestros. Ya sublimado, es un valor que podemos llamar mejor así: creatividad. Por cierto, no negaremos que hay guatemaltecos lentos, gerontes, idiotas y subnormales, que se sienten en casa cuando están en un estado avanzado de sopor sináptico, pero eso no quita que exista una cepa colectiva de connacionales más  o menos agiles. No sé si seremos alguna vez un pueblo de sabios, pero podemos arreglárnoslas como comunidad artesanal de pequeños creativos.

Admito que estamos bloqueados la mayor parte del tiempo, pero es que todos aquí se pasan el valor del talento por el culo. No existen las estructuras ambientales conducentes a la libertad imaginativa, en los ámbitos técnicos o liberales, conceptuales y pragmáticos. No estimulamos, en las escuelas, la creatividad radical ni las conexiones fluidas de significado. No reconocemos ni elevamos las múltiples inteligencias humanas. Nuestra facultad de aprender y revelar nuevas penínsulas de realidad está completamente desamparada. Tampoco estamos listos para crear mecanismos de fertilización cruzada y menos a entrar en la lógica del open source. 

Sobre todo no sabemos separar la creatividad del campo de lo creativoso y lo chapucero. Es lo que yo he llamado antes la dictadura de la ocurrencia, notable en las redes sociales y las agencias de publicidad. Eso de  reducirlo todo a una degradada ingeniosidad, aérea o inoperante, o peor aún, a un chiste, a una completa chingadera.
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